domingo, 20 de abril de 2014

Enseñar: ayudar a aprender

Me dispongo a realizar una reflexión sobre el artículo de Ángel I. Pérez Gómez "Enseñar: ayudar a aprender".
En primer lugar me quería centrar en la pregunta que plantea el autor ¿Qué significa enseñar en la era digital?
En una realidad cambiante, caracterizada por el uso cada vez más generalizado de las tecnologías en todas las actividades humanas, resulta necesaria la adquisición de nuevas competencias personales, sociales y profesionales por parte de todas las personas, y el ámbito educativo no es una excepción. La educación, por su parte, requiere de una actualización continua para dotar a los jóvenes de las competencias necesarias. La integración de las TIC en las aulas ha sido y es fundamental en este proceso de renovación en el que el profesorado juega un papel protagonista. La formación del profesorado de este modo, se convierte en el factor clave para el proceso de cambio. Es decir, el cambio debe tener como punto de partida dicha formación. Si pretendemos seguir enseñando utilizando los mismos métodos y estrategías, y evaluando según los resultados obtenidos en exámenes y pruebas, en la era digitial es misión imposible. El docente en la actualidad dispone de una amplia variedad de recursos tecnológicos que hacen posible realizar su tarea de una manera más directa, didáctica y enriquecedora para el alumno sin necesidad de que este se aburra. Ello conlleva que el docente en su previa formación reciba toda la información y sea preparado para llevar a cabo dicha tarea. Según Pere Marqués, la motivación del profesorado y su actitud positiva hacia la innovación con las TIC se incrementa a medida que aumenta su formación instrumental, didáctica y descubre eficaces modelos de utilización de las TIC que pueden reproducir sin dificultad en su contexto, ayudándole realmente en su labor docente.
Otro aspecto a destacar es la función de los docentes en la actualidad. Comparto la opinión del Sr. Ángel I. Pérez Gómez, los docentes en la era digital son más necesarios que nunca. Es cierto que el profesor ha dejado de ser la principal fuente de conocimiento ya que a través de la tecnología cualquiera puede tener acceso a ella, pero no significa que deje de serlo. En mi humilde opinión, hay muchas cosas que un ordenador no nos puede enseñar, valores como el respeto o la tolerancia o aprender a pegar a una puerta antes de entrar. Mucha gente podrá pensar que para eso ya está la familia, pero desgraciadamente no todas las personas que acuden a la escuela tienen una.
El docente en la actualidad asume el papel de estimulo, provocación, testimonio, acompañamiento y guía del aprendizaje personalizado de todos y cada uno de los estudiantes.
Argumenta el autor que la formación del docente no es problema de nivel, sino de orientación, sentido, consistencia y relevancia de lo que se enseña y aprende en la escolaridad. Es cierto que si el contenido se reduce a la memorización y reproducción de información, es lógico que dicha información acabe olvidándose.
En el año 2007, "Mckinsey & Company" publica una investigación sobre las características de los sistemas educativos en los países con mejores resultados en la prueba PISA. El estudio encontró tres rasgos comunes a estos países:
  • Todos ellos seleccionan a los mejores docentes.
  • Apoyan su desarrollo y formación;.
  • Garantizan la mejor educación posible a todos los niños.
El estudio confirmaba así que uno de los principales indicadores de calidad educativa en un país es la calidad en la formación y aprendizaje permanente de sus profesores. Es importante que la formación de los profesores no acabe cuando finaliza su carrera, sino que sigan formándose. Actualmente en un contexto cambiante como es la educación, la formación debe ir desarrollándose acorde a esa evolución. En ningún caso el cambio debe ir orientado a fortalecer la adquisición y reproducción memorística de información, sino al desarrollo de las competencias profesionales teóricas y prácticas.
Por último, me gustaría hablar sobre la fobia hacia la profesión docente de algunas personas. Comparto con D. Ángel I. Pérez que es producto de la ignorancia de esas personas que son incapaces de pararse a pensar que todas las profesiones nacen de la docencia. El profesor prepara o mejor dicho, ayuda a aprender a ingenieros, abogados, médicos... Creo que el reconomiento a esta profesión y más aún en la actualidad debe ser mayor del que se le otorga.




"Yo no enseño a mis alumnos, solo les proporciono las condiciones en las que puedan aprender" Albert Einstein

sábado, 12 de abril de 2014

Por ensayo y por error.

¿Se puede saber ser médico antes de ser médico?
¿Se puede saber ser abogado antes de ser abogado?
¿Se puede saber ser maestro antes de ser maestro?

Mi respuesta ante las primeras dos cuestiones es afirmativa, es decir, es imposible tener un médico que no sepa qué recertarnos ante cualquier enfermedad, ni un abogado que sepa como defendernos ante un juicio. Sin embargo, cuando hablamos de enseñanza parece que todo es a la inversa.
¿Realmente salen preparados los estudiantes de magisterio para ejercer tal profesión? Es decir, ¿saben ser maestros antes de serlo?
Personalmente, creo que se aprende a ser maestro desde que vemos a nuestro primer maestro. Podemos ver como casi todas las personas recuerdan con cariño a su "seño" o "profe" de infantil. Tienen un recuerdo bonito de sus primeros años en la escuela. ¿Y por qué esto no se mantiene con el paso de los años? ¿Por qué no podemos recordar a nuestros profesores de primaria como personas que hicieron de nosotros las personas que somos?
He llegado a escuchar a niños hablar de la escuela como si se tratase de una cárcel. Niños que incluso odian ir a la escuela. Algo lógico y normal dado que se pasan 6 horas sentados escuchando como el profesor te suelta esa larga charla sobre la I Guerra Mundial o te manda 20 ejercicios para que aprendas las ecuaciones de primer grado como si fuese tu nombre.
Como pretendemos hacer una enseñanza según dice el señor Wert "De calidad" si los profesores siguen trabajando del mismo modo a como lo hacían hace 20 años. La solución no es cambiar contenidos, ni programas, ni realizar las famosas reválidas, la solución pasa por cambiar la manera de transmitirlos, y la persona capaz de eso es el profesor.
La formación del profesorado de este modo, se convierte en una pieza fundamental. Los profesores en y con su labor deben hacer que los alumnos quieran ir a la escuela.
"Un profesional de la educación, se forma en la actualidad para que sea un profesional de la enseñanza y el aprendizaje no para ser wikipedias vivientes", y así es. Actualmente en la llamada era digital la figura del profesor se convierte en LA pieza clave del proceso de enseñanza-aprendizaje. Anteriormente el profesor era el poseedor del conocimiento, aquella persona encargada de transmitirnos todo lo que sabía. Por suerte o por desgracia ya no, el profesor es ahora el encargado de facilitar ese conocimiento, se convierte por tanto en el guía de nuestro aprendizaje.
Flaco favor le estamos haciendo a la educación si con la gran variedad de recursos tecnológicos que disponemos seguimos enseñando con tiza, escuadra y cartabón. Con esto no digo que los profesores no tengan que aprender contenidos, sino que sólo con eso no es sufiente. 
Deben enseñarnos por tanto en nuestra formación como maestros a saber donde indagar si nos surge algún problema de información concreto, a dominar todas las herramientas que hagan posibles un mejor aprendizaje.
Por otra parte, nos encontramos un problema adicional. Tras 4 años de formación el porcentaje de personas que superan las oposiciones es muy bajo. No es problema de nivel, es problema de orientación, sentido, consistencia y relevancia de lo que se enseña y aprende en la escuela. O mejor dicho, de como se enseña. Nos han inculcado desde pequeños que debemos estudiar para aprobar, a sacar un 10 en todos los examenes (porque sacar un 5 no está bien visto). La diferencia entre el 10 de una persona y el 5 de otra no es que sea más listo o más inteligente, sino que simplemente lo memorizó mejor o ni si quiera lo memorizó. Incluso puede que la persona que sacó un 5 haya comprendido lo que estudió (aunque en el boletín de notas ponga SUFICIENTE). ¿A caso se puede saber si lo que se estudia es suficiente, insuficiente o inluso sobresaliente? Mi respuesta es clara, NO.
NO se puede saber si lo que se estudia es suficiente porque nunca será suficiente. Rectifico, suficiente para aprobar si.
Se puede saber si lo que se estudia se entiende, se aprende, se comprende... si lo que se estudia NOS SIRVE. Pero resulta que aquella pregunta que te hicieron te la vuelven a hacer en unas oposiciones y no sabes que responder porque lo memorizaste y se te ha olvidado. Osea que para algo que estudias y te sirve, no lo recuerdas.
Y no acaba ahí, sino que problamente y con toda seguridad cuando consigas ser profesor/a y tengas tu puesto de trabajo como docente enseñarás y evaluarás como te evaluaron a ti, porque nos han hecho creer que es "lo normal" o la mejor forma de hacerlo.
Por otra parte, nos encontramos con una formación que para ser sobre una profesión práctica, poca práctica ofrece. La teoría es importante pero no lo es todo. Apuesto por una formación que combine teoría y práctica en las aulas, continua, permanente, actualizada. El profesor es una de esas personas que debería estar en todo momento actualizado, preparado para encontrar soluciones a los problemas que se le plantean, de indagar y proporcionar a sus alumnos todas las herramientas necesarias.
Me resulta contradictorio e incoherente las personas que se burlan de esta profesión, que la tachan de "facilona". Personas que estudían ingeniería, periodismo, derecho... ¿A caso los que les enseñan no se llaman profesores? Realmente, ¿pintan y colorean? Algunos deberían cuestionar su fobia hacia la profesión docente y darse cuenta que si están estudiando una carrera, un master o incluso están trabajando es gracias a los docentes. El profesor es tan importante en nuestras vidas como puede serlo un médico, solo que a los médicos SI se les reconoce su labor.
Realmente creo que a las personas que se quieran dedicar a la docencia se las debería tachar de valientes. Dedicarse a una profesión sin reconocimientos, ni ascensos de ningún tipo, y tan infravalorada como la docencia no es nada fácil.
Se aprende a ser maestro por ensayo y por error. Que nos den la oportunidad de equivocarnos.
 
 
"Y, junto a mí, veo a un nutrido grupo de colegas, en las zonas rurales más apartadas y en los barrios más conflictivos, orgullosos de ser profesores, trabajando día a día por mantener en
nuestra sociedad los valores de la cultura y el progreso...Entre ellos hay valiosos maestros de humanidad:hombres y mujeres empeñados en enseñar a sus alumnos a enfrentarse consigo mismos desde la Educación Infantil hasta la Universidad " Jose M. Esteve






Debe ser que quiero ser maestra.


lunes, 7 de abril de 2014

Hay que coger ese tren

Solemos decir que, en la vida, hay trenes que no hay que dejar pasar. Esta afirmación que tanto usamos en conversaciones coloquiales, cuesta mucho que pase a formar parte de la cultura del quehacer en las aulas. La legislación conforma y forma una peculiar manera de actuar del profesorado. La autonomía, y la visión positivista del diseño de la programación de cada profesor en su aula, no es la que ha predominado en las últimas décadas. Sin embargo, cuando tímidamente nos asomamos a esa “ruptura” de un quehacer marcado por un texto único en el aula, a sus páginas de ejercicios y, cada ciertos temas, a un examen escrito en fotocopia, surge la emoción que nos embarga a todos. No se trata de hacer en las aulas lo que nos de la gana, sino de buscar alternativas diferentes de aprendizaje. Nos hemos adentrado en un panorama educativo donde el profesor ya no es el único poseedor de conocimiento, sino que ahora la función del profesor va mucho más allá de eso. No es que el profesor deje de tener razón, sino que puede ser cuestionado, es decir, no tiene por qué poseer la verdad. Es cierto que no podemos enseñar lo que nos de la gana, pero tenemos en nuestras manos la posibilidad de romper con lo que ha predominado hasta ahora. Creo que deberíamos promover la calidad de la enseñanza desde el punto de partida de promover la autonomía del profesorado. Diseñar medidas que aseguren ésta por parte de la Dirección de los mismos, o incluso a niveles superiores.Los departamentos de los Centros de Enseñanza deben ser instrumentos que aseguren un trabajo mínimo común, elaborando criterios de actuación y propuestas pedagógicas variadas en todos los sentidos. Los profesores tienen cualidades diferentes, motivaciones e inquietudes distintas, visiones que confluyen a unos o difieren en otros. En mi opinión, debemos usar todas nuestras capacidades para que nuestros alumnos se aprovechen de nosotros lo máximo posible. Quizá si todos realizamos lo mismo no baste para explotar todo ese potencial que tenemos, porque hay cosas que precisamente se nos dan mejor que otras, hay determinadas herramientas con las que nos sentimos más cómodos o simplemente manejamos mejor.La coordinación entre el profesorado es fundamental, el ritmo de enseñanza, el seguir criterios conjuntos, etc. Pero creo que estamos en una línea muy delgada que separa la calidad de la enseñanza de simplemente no crear comparativas o diferentes expectativas, muchas veces sobre todo hacia los padres. Y ésta no es la enseñanza en la que yo creo. Yo creo en la excelencia, en la exigencia y en los retos. Valoro a aquellos profesores que dedican su tiempo a preparar sus clases y son capaces de extraer lo máximo de los alumnos . Admiro a aquellos que están profundamente implicados en su actividad profesional. La autonomía del profesor como calidad de la enseñanza es ser imaginativo y poder llevar a cabo esa idea. Es no depender de que, dentro de unos parámetros, se acepte o no su idea. Que viva o muera. Es no caer en una monotonía que desanima, que no lleva a la evolución de la enseñanza. En unos tiempos nunca vividos, se han de desarrollar metodologías quizá nunca llevadas a cabo, nunca imaginadas, nunca creadas. Se ha de tener autonomía para ser creativo. Y sobre todo, se ha de permitir fallar, porque de la búsqueda de soluciones nacerán nuevos proyectos.Firmemente creo en la autonomía del profesorado, enriquecida por la formación continua y permanente  y como base de la autonomía de los centros de enseñanza, que aplaudan las ideas originales y las ganas de trabajar y mejorar.


No podemos dejar de pasar este tren.