martes, 6 de mayo de 2014

Evaluación, no calificación.


Enseñar y aprender sin calificaciones ni suspensos ni controles, así se titula el artículo de Paco Espadas el cual me gustaría analizar. Que sin calificaciones nadie aprendería en la escuela, es una de las afirmaciones más generalizadas  y en mi opinión, absurdas, que ha existido siempre y existirá en la educación. ¿Quiere decir esto que no hay una alternativa? ¿Dependen las personas de una nota para ser alguien o no ser nada?
Paco Espadas aporta seis razones en contra de las calificaciones. La primera de ellas, "la calificación resuelve por eliminación los problemas del aprendizaje". Ignorancia., eso es lo que más se fomenta en la escuela. Y se fomenta, pienso, por culpa de las calificaciones. Con las calificaciones se elimina la curiosidad, el interés por aprender, se fomenta la competividad, el interés por aprobar. De esta manera no se resuelven los problemas del aprendizaje, estamos creando aún más.
Sobre la segunda afirmación, "es imposible calificar con un mínimo de rigor". He llegado a ver  a profesores de letras que impartían asignaturas como lengua o historia y eran capaces de calificar un examen con un 4,73 o un 7,56. Si ya se me hace dificil que un profesor de matemáticas llegue a puntuar un ejercicio con dos decimales, en casos como este me resulta aún más dificil, realmente imposible. Perseguimos así una meta quimérica e injusta que no obedece en ningún caso a la enseñanza ni al aprendizaje y que únicamente persigue la eliminación de los "no aptos". Todo el mundo es apto para aprender, el problema es que la sociedad en la que vivimos sólo tiene hueco para aquellos que sobresalgan de los demás, los sobresalientes y, si sobra un poco de espacio, para los notables.
La tercera afirmación "La cultura de la calificación eleva a categoría pedagógica el conocimiento más anecdótico". Más que evaluación, yo lo llamaría calificación. Son dos términos que no tienen absolutamente nada quev er. Lo que más me llama la atención es que el diccionario de la Real Academia Española inserta en dos de sus definicione de evaluación  la palabra examen:
 
evaluación.
(De evaluar).
1. f. Acción y efecto de evaluar.
2. f. Examen escolar. Hoy tengo la evaluación de matemáticas
 
 
No podemos confundir evaular con calificar. Calificar es poner una nota, ¿a caso el aprendizaje se puede medir?  Que sea calificable no quiere decir que sea evaluable, y el aprendizaje no lo es.
Otra afirmación en contra de las calificaciones que aporta Paco Espadas es "calificar perjudica el proceso de enseñar y aprender". El hecho de poner notas hace que todo vaya hacia el aprobado y no hacia el aprendizaje en sí. El proceso por el cual el alumno pasa se difumina, no tiene valor porque lo único que vale es el resultado. Es como si hoy estás en el escalón uno y mañana subes seis, lo importante no es como has logrado conseguir subir esos escalones sino que has subido al escalón siete. La utilización de las notas dependen en gran medida del profesor. Entre éstos hay un perfil de profesor (todavía muy extendido), el de aquel que construye su autoridad en torno a su forma de calificar, para, así, ganarse el respeto por aprobar a pocos y servirse de la creencia de que su asignatura es difícil y él muy riguroso. Un clásico. Lo que no abunda es el uso de las notas como parte del proceso formativo del alumno. Es decir, debemos tomar la evaluación como un medio y no como un fín en sí misma.
Comparto especialmente con el autor la quinta afirmación, "la calificación es especialmente injusta con los menos favorecidos". No es que la calificación sea especialmente injusta, sino que las calificaciones surgen del deseo de seleccionar, clasificar y por último desechar a los menos favorecidos. Las diferencias de capacidad, habilidad u origen social no deben ser motivos de segregación sino todo lo contario. Es en esas personas donde el sistema educativo debe poner aún más empeño o concentrar más esfuerzos. Quitarse de encima a los peores estudiantes puede que mejore el nivel de los que quedan, pero en nada contribuye a elevar el del conjunto de la sociedad.
Sobre la última afirmación "la calificación resulta absolutamente ineficaz como «disuasión» e inadmisible como castigo". El que no todos los estudiantes obtengan el título de graduado es una injusticia. En mi opinión el aprendizaje debe estar exento de titulaciones. Castigar o sancionar a una persona con la negativa de la titulación después de 4 años me parece una venganza y una injusticia. No hay mayor desigualdad e injusticia que considerar igual lo que no lo es.
 
¿La alternativa?
Para mí personalmente existe una alternativa que engloba a todas las mencionadas por Paco Espadas.
Hay que preocuparse mucho más por la educación que por la evaluación y lo demás, vendrá sólo.
 

Camus, Albert: "La tiranía totalitaria no se edifica sobre las virtudes de los totalitarios sino sobre las faltas de los demócratas."
 
 

 

 
 

2 comentarios:

  1. Me gusta tu trabajo, Cristina.No es que esté de acuerdo con todas tus afirmaciones ni sobre las matizaciones que haces al texto de Paco Espadas, pero creo que te ha hecho pensar y eso es lo que me interesa. Ojalá seas sincera en todo lo que dices y, sobre todo, tengas ocasión de profundizar y de mantener tus convicciones dentro de un tiempo.
    Voy a ponerle copia del tuit a Paco Espadas para que vea lo que has hecho con su trabajo ;)

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  2. Cristina, estoy sorprendido de que te hayas fijado en un artículo mío y, sobre todo,de que hayas asumido con tanta naturalidad lo que allí defiendo. Creo que no es fácil para los estudiantes , tempranamente educados en la cultura de las calificaciones (versión escolar de la cultura de los incentivos), aceptar que tras la evaluación se esconde el poder del sistema para asentar la vida en común sobre los cimientos de la desigualdad, haciéndonos olvidar que cada logro personal contiene una determinante proporción de apoyo social. Leyendo tu análisis, compruebo con alegría que las maestras y maestros del inmediato futuro estáis dispuestos a contribuir a que este mundo de locos adquiera un poco de sensatez. Espero que, además de disponer ya de la intención, vayáis también reuniendo el coraje necesario para llevar vuestros principios a la práctica.
    Sólo un detalle: no creo, como parece que insinúas, que haya manera de hacer de la evaluación (da igual la etapa en la que nos movamos) un instrumento coherente con cierta concepción de un mundo justo y decente. No en las condiciones reales en las que se practica. Por eso pienso, como escribí entonces y trato de hacer cada día, que si la realidad de la evaluación nos impone condiciones incompatibles con nuestra idea de lo que debe ser la educación, siempre es preferible evitarla. Seguro que encontrarás tu fórmula imaginativa (y legal, si es eso lo que te preocupa) para conseguirlo.
    Un saludo y mucha suerte

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